Me enamoré un día en que el rocío
recorría mi trente y tu mirada
deslumbrando a la luna que plateada
se hacía cómplice de nuestro desatino.
En tus brazos sentí tantos desafíos
tentaciones de un alma ensimismada,
cantó la brisa en esa madrugada
la serenata triunfal de mi destino.
Hubo fuegos de luces de artificio
cuando tu mano me tocó la espalda
y el mar sonriente no perdió su oficio
porque ese día de febrero enamorada
sentí la ausencia que dejó silicio
pero también la dicha de sentirme amada.
©Anamá Fez
Artesana de Palabras®
28 de septiembre, Mar del Plata, 2008
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